FALTA DE MOTIVACIÓN

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La motivación para llevar a cabo cualquier tipo de conducta, es dependiente tanto de la necesidad de llevarla a cabo, como del incentivo que se obtendrá con su ejecución.

El nivel de activación, entendido como la energía de la conducta, es una de las variables responsables tanto del inicio y mantenimiento de nuestras conductas, así como de la intensidad de las mismas.

¿Cuántas veces no nos hemos visto con una falta importante de motivación para llevar a cabo algunas acciones?

¿Es la falta de motivación un trastorno psicológico?

¿Si no me encuentro motivado es que no me interesa nada?

A estas y tantas otras preguntas relacionadas con la temática de la motivación hemos de respondernos considerando si la falta de motivación es la causa de nuestro malestar, o bien que esa falta de motivación sea la consecuencia de nuestro malestar emocional.

Como es evidente, no es lo mismo abordar un problema cuando es causa que cuando es consecuencia.

Un factor importante a considerar es la permanencia en el tiempo de ese malestar emocional que nos lleva a estar carentes de motivación.

A la hora de analizar este tipo de problemas, lo importante es considerar cuál es el peso específico de cada uno de los valores individuales del sujeto en las áreas importantes de su vida. No hemos de olvidar que como primera aproximación hemos de ser tolerantes con nosotros mismos, y aceptarnos como individuos únicos que somos.

Por otro lado, cuando estamos determinados a abordar esa falta de motivación y a comprometernos con unas acciones a llevar a cabo, concienciarnos de que el compromiso está relacionado con la acción, y no con un resultado que, a priori, no sabemos cuál será. Es decir, el compromiso es con nuestra actitud y puesta en acción de conductas, no con un resultado del cual somos desconocedores al principio.